Embole: Uruguay 0 - Francia 0

En la previa prometía, y es mandato futbolístico que suelen salir gruesos bodrios cuando ésto es dicho. Uruguay y Francia dejaron más dudas que certezas de cara a sus futuros en la Copa del Mundo, si bien los charrúas son quienes se fueron un poco más conformes con el resultado por jugar el último tramo con uno menos, y por la envergadura (y no hablo del affaire Ribery) del rival.

En el primer tiempo hubo algún destello de Scarface al principio, y algunos que otros avances tibios de la Celeste por medio de Suárez (con más sacrificio que fútbol) y el siempre punzante Forlán, que no pudo definir las pocas que tuvo. Fue interesante el trabajo de Alvaro Pereira, el ex jugador de Argentinos Juniors, por la banda izquierda. Del lado franchute, las pelotas paradas ejecutadas por Gourcouff eran bastante peligrosas, el problema está en que el pechofrío cara de NBA (?) Anelka no para de cagarse las patas en las grandes citas. No me gusta para nada el del Chelsea, yo no se por qué Henry está en el banco. Volviendo al juego, pocas, muy pocas llegadas, y revoleada de muñecos por parte de los defensores uruguayos cuando algo andaba mal. Segurísimo partido de Muslera, buen arquerito el yorugua.

En el ST, debo confesar que me dormí durante los primeros 10 minutos. Sí, el horario de siesta está más que complicado. En fin, me desperté y pude observar el ingreso de Lodeiro con el termo cargadísimo en su cabeza quien, estando amonestado, fue con una plancha como manda la historia charrúa y arafue. Había ingresado por un Ignacio González que si bien no pudo demostrar, parece tener buen pie y nadie extrañará al termohead. Destacable labor de Diego Pérez, puro sacrificio el mediocampista, a pleno hachazo. No pasó mucho en las áreas, salvo un par de avances franceses tras la entrada de Titi y un chute de Cachavacha luego de un lateral, que pudo haber sido la heroica y a chuparla. Sobre el final, el japonés que hacía las veces de árbitro cobró cualquiera y a fruncir el ocote los hermanos orientales: finalmente no pasó nada porque Abreu (con sus 20 nombres en la casaca) elevó sus 3 metros de humanidad para cabecearla a la mierda desde la barrera. Nada más que hacer: final de juego e incertidumbre para los dos.